(XXV° Dom. Ord. A 2023)

Libro del profeta Isaías (Is 55,6-9)

“Busquen al Señor mientras se lo encuentra, invóquenlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis planes no son sus planes, sus caminos no son mis caminos -oráculo del Señor-. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los suyos, mis planes, que sus planes.”

Salmo Responsorial (Salmo 144)

R/. Cerca está el Señor de los que lo invocan.

Día tras día te bendeciré, Dios mío,
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor y merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.

Carta de san Pablo a los Filipenses (Fil 1,20c-24.27a.)

“Hermanos: Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero no sé qué escoger.

Me encuentro en esta alternativa: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para ustedes.

Lo importante es que ustedes lleven una vida digna del Evangelio de Cristo.”

Aleluya

Aleluya, aleluya

“Abre, Señor, nuestro corazón, para que comprendamos las palabras de tu Hijo.”

Aleluya.

Evangelio de san Mateo (Mt. 20,1-16)

“En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

– El Reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.

Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo:

“Vayan también ustedes a mi viña, y les pagaré lo debido.”

Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:

“¿Cómo es que están aquí el día entero sin trabajar?”

Le respondieron:

“Nadie nos ha contratado.”

Él les dijo:

“Vayan también ustedes a mi viña.”

Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:

“Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros.”

Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.

Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo:

“Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno.”

Él replicó a uno de ellos:

“Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”

Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.”

Reflexión

La clave de lectura propuesta por Cristo mismo en la parábola leída hoy en el evangelio, se encuentra en el versículo 15: El echarle en cara al dueño del campo por su actitud bondadosa. Esta misma actitud ya la hemos visto en el hijo mayor de la parábola de la misericordia o del hijo pródigo (Lc 15,29-30); en la de los llamados “buenos” judíos al escuchar la doctrina de la retribución (Ez 18,25-29); o el echar en cara de Jonás por el perdón dado por Dios a Nínive, ciudad pagana (Jon 4,2).

En cada uno de estos casos los textos oponen a la justicia de Dios, concebida a la manera de los hombres, su comportamiento misericordioso, nuevo para los hombres (Lc 15,1-2). A esta objeción Cristo responde: el dueño de la viña es “justo” (a la manera humana) con los primeros jornaleros, porque da a ellos lo que había convenido, y es “justo” con los últimos jornaleros (a la manera divina), porque no encontró conversión alguna en su mirada.

El texto del evangelio de san Mateo, afirma después el primado de la Bondad de Dios: su manera de obrar no tiene comparación con la justicia humana, sino que la trasciende totalmente en el Amor. En consecuencia, el pacto convenido entre el dueño de la viña y sus obreros se presenta como una imagen de la alianza entre Dios y los suyos, alianza que no tiene relación alguna con lo convenido, pero es un acto gratuito de Dios (Dt 7,7-10; 4,7).

La Alianza es por tanto un Don del Amor gratuito del Padre, fundado sobre su absoluta Libertad y supone nuestra libertad (Gál 3,16-22; 4,21-31). Aplicando una justicia a los primeros y otra a los últimos jornaleros, Dios quiere primero que todo demostrar su Amor por los unos y por los otros, teniendo en cuenta las diversas situaciones en que cada uno se encuentra.

Jesús quiere poner en guardia a sus contemporáneos ante la orgullosa actitud de quienes avanzan rápido en los encuentros de Dios y juzgan su bondad y la decisión tomada: Dios es bueno y fiel y su bondad que es soberana, encuentra nuevos modos de afirmarse siempre más para el bien de los llamados. Al mismo tiempo la conclusión de la parábola, es una llamada a los hebreos que, ante la llamada de Dios, muestran su justicia como algo sobreabundante para aquellos que han sido llamados sucesivamente, porque el Reino es únicamente don y gracia de la bondad del Señor.

Ahora bien, según el texto del evangelio ¿cómo es la lógica del Reino de Dios? “Mis pensamientos no son sus pensamientos, sus vías no son las mías” (cfr. Is 55,6-9). La lógica de Dios es distinta de la lógica humana; mientras ésta es ganancia, para Dios es pérdida; y aquello que para nosotros está en el primer puesto, para Dios ocupa el último puesto. La palabra de Dios, su juicio conlleva un radical cambio de valores: los primeros son los últimos: los bienaventurados son aquellos que lloran; los verdaderos ricos son aquellos que abandonan todas las cosas; quien quiere salvar la propia vida la pierde…

La ley del Reino de Dios parece ser la paradoja, lo inédito, lo inesperado. Dios escoge las cosas débiles y despreciables de este mundo para confundir a los fuertes y entendidos. No escoge al primero sino al último, no llama al justo sino al pecador; no se acerca al sano sino al enfermo. Hace más fiesta por una oveja perdida y encontrada que no por las noventa y nueve que están seguras en el corral. Así, pues, nuestro Dios es “el absolutamente Otro”, el imprevisible. Ninguna categoría humana lo puede “encerrar”. Él se sale de toda definición y revela continuamente nuevos aspectos de su misterio.

Entonces, ¿cuáles son las preferencias de Dios? No hay un trazo del rostro de Dios que Jesús haya revelado con tanta claridad e insistencia sin igual que este. La preferencia por los pobres, por los sencillos y humildes, por los últimos. Ellos, al contacto con la benevolencia gratuita de Dios, están destinados a ser los primeros, los ricos, los elegidos.

Es bueno no olvidar la aventura del pueblo de Israel que de ser el primero llega a convertirse en el último, de ser el elegido llega a ser temporalmente rechazado.

La parábola de Jesús conserva su valor de llamada de atención aún para los nuevos llamados, que ya han entrado a formar parte del Reino, porque también para ellos está el peligro de asumir la actitud de los primeros llamados, y de olvidar que cuanto son y cuanto tienen es don gratuito de Dios, lo que impide cualquier reacción o protesta.

Resumiendo, la liturgia de este domingo nos quiere recordar que: servir a los demás es la misión del cristiano. Este es también el ideal del hombre perfecto. Servir libremente, por amor, por deseo de complacer, por actitud de entrega. Así vivió Cristo. No tuvo otra misión que dar la vida por los demás. No es fácil entender esta palabra. Pero en ella va el logro de nuestra vida.

Recordemos: “Los caminos de Dios no son nuestros caminos”. Como predica el profeta Isaías, la gracia no sigue los pasos de la lógica. No niega la parábola evangélica que cada cual será juzgado según sus obras. Pretende solamente acentuar la libertad de Dios en su acción con el hombre. El hombre es nadie para imponer normas a Dios. Tampoco puede el hombre alardear de derechos adquiridos ante Dios, el cual está por encima de nuestros conceptos y medidas. Dios es Amor, y el Amor no es injusto, pero rebasa la justicia.

El Señor descubre el desempleo y los desempleados. Su actitud fue dar trabajo con diversa cantidad de horas. Paga a todos por igual y no de acuerdo a las horas trabajadas como lo hace este mundo, sino que Jesús sólo mira la necesidad de cada uno. Él es sobretodo Misericordia y bondad…