(Santa María, Madre de Dios 2024)

Libro de los Números (Nm 6,22-27)

“El Señor habló a Moisés:

– Di a Aarón y a sus hijos: esta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz.

Así invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré.”

Salmo Responsorial (Salmo 66)

R/. El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros:
Conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud,
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Carta de san Pablo a los Gálatas (Gál 4,4-7)

“Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

Como son hijos, Dios envió a su corazón al Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba! (Padre). Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.”

Aleluya

Aleluya, aleluya.

“En distintas ocasiones habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas; ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo.”

Aleluya.

Evangelio de san Lucas (Lc 2,16-21)

“En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Los pastores se volvieron dando gloria y alabando a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.”

Reflexión

Hoy es el primer día del año 2024. Como tú sabes, el año es una medida humana del tiempo, que nos habla del «transcurrir», del pasar, del fenecer, al cual está sometido todo cuanto existe. Las personas –varones y mujeres– tenemos conciencia de este acontecer y también «medimos el tiempo» de la propia vida. En este escenario de nuestra existencia se da siempre la tristeza y la nostalgia por la despedida del año que ha pasado y, al mismo tiempo, la apertura y la esperanza por el futuro año que comienza.

Esta realidad temporal está presente en la Navidad del Señor. Su nacimiento hace referencia a un comienzo singular, que precede a todos los tiempos, al principio que es Dios mismo, que no tiene comienzo. El Hijo de Dios entra en nuestra historia, sometiéndose a la ley del fluir humano. Cierra el pasado, el tiempo de espera, y abre el futuro de la gracia y de la reconciliación con Dios. Es el «Comienzo» del Tiempo Nuevo. Todo año nuevo participa de este Comienzo. Es el año del Señor. ¡Bienvenido año 2024!

La mujer está en la trama de la historia de la salvación. Lo mismo que la mujer ocupa un lugar central y único en la existencia de los humanos –la madre, la esposa, la hija, la hermana, la novia, la compañera, la amiga–, así también en la historia de Dios, ella tiene un lugar irremplazable.

Tu nacimiento y el mío y el de toda la humanidad encuentra siempre su resonancia más profunda en la madre, y por esto este último día de la “octava de Navidad”, que es a la vez el primer día del año nuevo 2024, está dedicado a la Madre del Hijo de Dios. En este día veneramos su Maternidad divina, alegrándonos con la certeza de este misterio, de esta verdad, promulgada solemnemente por la Iglesia en el Concilio de Éfeso, en el año 431.

Este primer día del año nuevo, ha sido dedicado a la gran causa de la paz en la tierra. Hoy celebramos la “LVII° Jornada Mundial de oración por la paz del mundo». Así permanecemos fieles a la verdad del Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, a quien pertenece el primer mensaje de paz en la historia de la Iglesia, cantado por los coros celestiales en la noche grandiosa de Belén: «Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad» (Lc 2, 14).

En esta primera mañana de 2024, en la oración, estamos cerca de ustedes los que sufren la miseria y el hambre; estamos con ustedes los que están en las cárceles u otros sitios de prisión; estamos con ustedes los secuestrados; estamos con los que están siendo víctimas de la extorción y el engaño; estamos con ustedes los que sufren las inclemencias del tiempo (inundaciones, terremotos, sequía, etc) y la violencia; estamos con ustedes los padres y madres de familia que sufren ante la problemática de los hijos; estamos con ustedes jóvenes que están desalentados por el no tener algo que hacer, o por la situación oscura que vivimos y vislumbramos continuará en el futuro; estamos con los enfermos que sufren a causa de las dolencias del cuerpo, a causa de la soledad o de la edad. Estamos con ustedes los que sufren la angustia, la duda y la desesperanza. Estamos con ustedes los campesinos que labran la tierra bajo el ardiente sol y la lluvia y el frío; estamos con ustedes religiosos y religiosas, ministros laicos y sacerdotes que se han entregado a la extensión del Reino de Dios. Estamos con todos los que tratan de superar las barreras de la desconfianza con gestos de bondad, de reconciliación y de paz. Estamos con todos los hombres de buena fe, que siguen el atractivo de Jesucristo y su enseñanza no dejándose arrastrar por enseñanzas engañosas y distintas al evangelio. Estamos con ustedes los que luchan por la paz, por la justicia, por la unidad, por el amor, por implantar los valores cristianos. Estamos con todos los que han sido invitados por el Señor a la santa Eucaristía. Estamos con todos y cada uno de ustedes y sus queridos familiares y amigos en Jesucristo que realiza este acontecimiento salvífico. redentor y de vida.

Sea la Santísima Virgen María la que les guíe, y la que les conduzca por el camino de su Hijo a Dios, el Puerto seguro. Que ella sea su consuelo y esperanza y les acompañe durante todo este peregrinar del año 2024.

María es la mujer dócil por excelencia y lo manifiesta toda la vida desde el encuentro con el Arcángel Gabriel en Nazaret. Es un buen ejemplo para profundizar en nuestra reflexión cristiana y para seguir en pos de María y su Santísimo Hijo.

«Paz a los hombres de buena voluntad». Estas palabras pronunciadas en el momento mismo en que nació el Niño Jesús en Belén, no cesan de ser la clave de la gran causa de la paz en el mundo actual. Es necesario recordarlas de manera especial en este día.

La causa de la paz se construye en la unidad de aquello que es propio del cristiano: Jesucristo, en quien solo podemos encontrar la verdad y la plenitud. Emprendamos nuestro caminar en este año 2024, con fe y esperanza en quien lo puede todo.

La paz comienza a construirse en el corazón de nuestros hogares, en las relaciones familiares, en el respeto de los esposos y de los padres, en la comprensión y ayuda mutua, en la cordialidad, sencillez, humildad, respeto, buenos modales…

A pesar de todos los inconvenientes y tropiezos que puedan presentarse en esta búsqueda y educación para la paz, es necesario intentarlo incesantemente sin desfallecer y elevando nuestra súplica a Dios. Así serviremos a la gran causa de la paz.

Como la paz es un don de Dios y un bien de todos, tenemos que pedirla, diciendo: “Señor, líbranos de la guerra, del odio, de la destrucción de vidas humanas: No permitas que matemos. No permitas que se utilicen los medios que están al servicio de la muerte, la destrucción, y cuya violencia, cuyo radio de acción y precisión traspasan los límites conocidos hasta ahora. No permitas que sean empleados jamás. «Líbranos del mal». Defiéndenos de la guerra. De todas las guerras. Padre que estás en los cielos, Padre de la vida y Dador de la paz, te lo pedimos para todas las familias, para todos los pueblos del mundo, para todos los países y para todos los continentes, en nombre de Jesucristo, Príncipe de la paz.”

Finalmente, les deseo a todos(as) que en este año 2024  

«El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros:
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios! que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud,
y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto.
Que Dios nos bendiga; que te teman
hasta los confines del orbe»
(Salmo 66)

¡UN FELIZ Y SERENO AÑO NUEVO 2024 EN EL SEÑOR Y EN LA SANTISIMA VIRGEN DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRA!