Píldora de Meditación 542

“Mientras somos ovejas vencemos y superamos a los lobos, aunque nos rodeen en gran número; pero si nos convertimos en lobos entonces somos vencidos, porque nos vemos privados de la protección del pastor. Éste, en efecto, no pastorea lobos, sino ovejas, y por esto te abandona y se aparta entonces de ti, porque no le dejas mostrar su poder.

Es como si dijera: “No se alteren por el hecho de que los envío en medio de lobos y al mismo tiempo les mando que sean como ovejas y como palomas. Hubiera podido hacer que fuera al revés y enviarlos de modo que no tuvieran que sufrir mal alguno ni enfrentarse como ovejas ante lobos, podía haberlos hecho más temibles que los leones; pero eso no era lo conveniente, porque así ustedes hubieran perdido prestigio y yo la ocasión de manifestar mi poder. Es lo mismo que decía a Pablo: Te basta mi gracia, que en la debilidad se muestra perfecto mi poder. Así es como yo he determinado que fuera” Al decir: los envío como ovejas, dice implícitamente: “No desmayen: yo sé muy bien que de este modo son invencibles”.

Pero, además, para que pusieran también ellos algo de su parte y no pensaran que todo había de ser pura gracia y que habían de ser coronados sin mérito propio, añade: Sean, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas. “Mas, ¿de qué servirá nuestra prudencia -es como dijeran- en medio de tantos peligros? ¿Cómo podemos ser prudentes en medio de tantos embates? Por mucha que sea la prudencia de la oveja, ¿de qué le aprovechará cuando se halle en medio de los lobos, y en tan gran número? Por mucha que sea la sencillez de la paloma, ¿de qué le servirá, acosada por tantos gavilanes?” Ciertamente, la prudencia y la sencillez no sirve para nada a estos animales irracionales, pero a ustedes les sirven de mucho.

Pero veamos cuál es la prudencia que exige el Señor. “Como serpientes” -dice-. Así como a la serpiente no le importa perderlo todo, aunque sea seccionado su cuerpo, con tal que conserve la cabeza, así también tú -dice- debes estar dispuesto a perderlo todo, tu dinero, tu cuerpo y aún la misma vida, con tal de que conserves la fe. La fe es la cabeza y la raíz; si la conservas, aunque pierdas todo lo demás, lo recuperarás luego con creces”. Así pues, no te manda que seas sólo sencillo ni sólo prudente, sino ambas cosas a la vez, porque en ello consiste la verdadera virtud. La prudencia de la serpiente te hará invulnerable a los golpes mortales; la sencillez de la paloma frenará tus impulsos de venganza contra los que te dañan o te ponen asechanzas, pues, sin esto, en nada aprovecha la prudencia.

Nadie piense que estos mandatos son imposibles de cumplir. El Señor conoce más que nadie la naturaleza de las cosas: él sabe que la violencia no se vence con la violencia, sino con la mansedumbre:”

(San Juan Crisóstomo, Homilía 33, 1, 2: PG 57, 389-390: sobre el evangelio de san Mateo)

Photo by Greg Rakozy on Unsplash