* Acto de Contrición.
PRIMER MISTERIO: El Arcángel Gabriel comunica a María el mensaje de Dios; Ella acoge la Palabra en su corazón. El Padre la colma de gracia con el Espíritu Divino y el Hijo eterno de Dios se hace carne en sus entrañas.
También nosotros hemos recibido el mismo mensaje; si abrimos el corazón, igualmente nosotros seremos consagrados por el Espíritu y Jesús revivirá en nosotros el misterio de su misión, de modo que podamos manifestarlo y representarlo en la Iglesia como testimonio de una vida auténticamente apostólica.
* Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria
SEGUNDO MISTERIO: María, servidora del Santo Espíritu, lo transmite a Juan y a su prima Isabel. La llegada de María se convierte en una visitación. Hay profecía, hay santificación y hay alegría. Movida por el Espíritu de Dios, la Santísima Virgen María lee y canta la historia de su pueblo como historia de salvación.
A nosotros se nos ha comunicado también el Espíritu Santo para descubrir los signos de Dios y cantar el “Magnificat”, para ser mensajeros de la salvación, de la santificación y de la alegría.
* Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria
TERCER MISTERIO: El anciano Simeón, lleno del Espíritu Santo, manifiesta a Jesús como el Siervo bajo el signo de la contradicción y de la espada. María se siente traspasada en el corazón y se prepara en el silencio para la llegada de la Hora de Jesús, de su muerte en la Cruz.
Nosotros, de modo semejante, hemos sido llamados a anunciar el Evangelio del Reino con fidelidad y firmeza, cuando son ciertamente muchos los que se oponen a él.
* Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria
CUARTO MISTERIO: El Espíritu Divino consagra a Jesús de Nazaret para llevar la Buena Noticia a los pobres, a los débiles, a los marginados, a los oprimidos.
Hemos sido consagrados también nosotros por el Espíritu Santo, para llevar a Cristo a los necesitados de salvación y para reconocerlo identificado con aquellas personas que sufren y ayudarlas de modo eficaz, dispuestos incluso a dar nuestra vida por los hermanos.
* Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria
QUINTO MISTERIO: El Espíritu Santo fue enviado sobre los Apóstoles, congregados en el cenáculo, con María la Madre de Jesús. Se desataron las lenguas mudas del miedo y se convirtieron en enérgicos testigos y heraldos de la Resurrección. Se abrieron las puertas de la Iglesia y ésta se hizo católica y universal.
También nosotros, encendidos en la misma caridad, sólo debemos pensar en cómo seguir a Jesucristo e imitarlo en la oración, en la actividad, en el estilo de vida entregado, en la búsqueda constante de la voluntad y gloria del Padre Celestial y la salvación del mundo.
* Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria.
* Credo.
* Salve.