Píldora de Meditación 520
En estos días de la Semana Santa, les invito a meditar juntos la Palabra de Dios. Una la Palabra que nos tiene que interrogar y producir en nosotros el cambio para ser verdaderos hijos de Dios.
Todo lo que vamos a meditar va a ser en un clima de “Pascua”, es decir, en un clima de Resurrección, en un clima de Esperanza; pero de esa esperanza que arranca desde el corazón mismo de la Cruz. Esa esperanza que únicamente pueden tener las almas que viven silenciosas, serenas y fuertes al pie de la Cruz como María Santísima.
Estos días santos, preparación para la celebración de la Pascua, son tiempo de entrega y servicio a nuestros hermanos, comenzando por aquel que está más cerca a nosotros en el hogar, en el trabajo, en el colegio o universidad, en la oficina y hasta en la calle, y que tiene necesidad de misericordia, de mi ayuda, de mi consuelo, de mi oración, de mi cercanía.
Perderíamos el tiempo con todo esto, si en la gran noche de la Vigilia Pascual, nuestro corazón no quedara inundado plenamente por la Luz del Amor de Dios Padre que se ha hecho visible en Jesucristo y que se abre en una dimensión generosa a toda la humanidad.
A la base de todo se encuentra la FE; ese don que hemos recibido de Jesucristo resucitado en el día de nuestro Bautismo. ¡La Fe es el fundamento de la Pascua!
Si nuestras relaciones personales requieren de cierta credibilidad -de fe-, con mayor razón nuestra relación con Dios en Cristo Jesús. La relación máxima de Dios contigo, conmigo, con cada uno, se realiza en el misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo, es decir, la Pascua. Así, pues, la Fe es fundamento esencial del misterio que esta semana estamos celebrando todos los católicos del mundo entero.
La Fe no es sólo un sector de la vida privada, un gusto personal, una costumbre, una manía. La Fe es, ante todo, un encuentro y una respuesta. Un encuentro con Jesús y una respuesta a su Palabra. Es un cambio, un nacimiento nuevo. Es un compromiso de caridad, de fraternidad, de solidaridad. La Fe es un hecho, no palabra.
La Fe es un compromiso de toda la persona. Es un acto libre que implica un riesgo. Es una elección y una fidelidad. Como el amor que crea lazos entre dos personas, también la fe supone el don de sí mismo.
La Fe es el fundamento de la Pascua. Es el encuentro con Jesucristo. La Fe es decir ¡Sí! al Señor que me pide algo. La Fe es una renovación, un cambio de vida. Un hombre o una mujer de fe es una persona que cambia todos los días en su interior, porque todos los días el Señor le pide algo nuevo, porque todos los días tiene un prójimo nuevo a quien tiene que servir.
La Fe es contagiosa, como lo es la Pascua. No la podemos guardar. El regalo más grande a los demás es hacerles renacer en su corazón una fe que se había oscurecido o tal vez muerto. Nuestra fe tiene que abrirse en generosa actitud de servicio.
En estos días, abramos nuestros corazones, abramos las puertas de nuestra vida para que pueda penetrar la Gracia del Señor.
Que el Señor te conceda unos días llenos de bendiciones, Paz, Justicia, Amor y mucha Alegría.
Fray Luis Francisco Sastoque, o.p.
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