Píldora de Meditación 477

No tienes la mínima idea de qué tan grande eres, ni tampoco de lo mucho que puedes llegar a lograr. Estar abatido nubla tu mente, no te deja ver tus capacidades y tampoco consigues que Dios manifieste en ti su omnipotencia.

Déjalo actuar, ¡levántate! Empieza a realizar algún trabajo con perseverancia. Repite una y otra vez algún arte u oficio y llegarás a ser en poco tiempo un experto.

Trabajar es un don de Dios, es un inmenso regalo de su amor. No te quedes sentado lloriqueando y quejándote porque pasas necesidades, cuando podrías estar produciendo. No sigas quejándote de la situación actual si no estás moviéndote y buscando ser mejor cada día.

Tienes un par de buenos aliados, el tiempo y la creatividad. El Espíritu Santo actúa en aquellos que lo invocan con humildad. Deja que sea Él mismo quien te inspire.

Puedes empezar de inmediato. Sácale provecho a este momento de tu vida: puedes cocinar, hacer experimentos artísticos, leer, distraerte, estudiar, aprender, crecer, creer…

Señala unos momentos del año en tu calendario y ponte metas a corto o mediano plazo. Ten empuje, perseverancia y disciplina.

No dejes de recibir la santa Eucaristía, ojalá pudieras hacerlo diariamente, alimentarte de Dios da grandes frutos, no dejes de orar y después, a trabajar.

¿Estás enfermo? Trabajar te distrae y también te sana. ¿Por qué vivir mendigando sin necesidad? ¿Por qué empobrecerte cuando puedes llegar a alcanzar grandes cosas? ¿Olvidaste ir tras tus sueños bajo la excusa de la situación actual?

Algún día tendrás que darle cuentas a Dios de lo que hiciste con ese tesoro llamado tiempo. Tienes tesoros escondidos que debes llegar a descubrir, talentos que explotar. Va siendo hora de empezar, de moverte, de organizarte adecuadamente, de dar lo mejor de ti. ¡Sorpréndete de las cosas grandes que puedes llegar a lograr!

¡Mucho ánimo!

Dios te bendiga.

(Adapt. Francisco  Sastoque, o.p.)

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