Píldora de Meditación 483

Cada uno(a) de nosotros es como un inmenso pulmón sediento de oxígeno; como un hambriento corazón sediento de sangre. El oxígeno y la sangre que nuestra naturaleza ansía es la Palabra de Dios, que, si permitimos que habite en nuestro interior, nos concede la felicidad.

Esperanzas y temores: Vivimos en un mundo de grandes interrogantes y rápidas mutaciones y todo aparenta ser incierto y dudoso. En medio de tanta riqueza muchos mueren de hambre y analfabetismo. Hoy la humanidad tiene sentido de libertad y alimenta formas de esclavitud. Tiene sentido de unidad y fomenta contrastes políticos y raciales. Al progreso temporal no corresponde un adecuado progreso espiritual.

Cambios profundos: Este es un momento de la historia humana en el que se da un gran avance de las ciencias y el desarrollo técnico y tecnológico, que aparentemente se presenta incontenible.

Cambios sociales: Se está produciendo un peligroso cambio de la familia, siendo pilar para esto la delicada tendencia de imponer a toda costa la peligrosa teoría de género y la drogadicción, medios de comunicación social y redes de comunicación.

Los profundos desequilibrios interiores en la persona que son hoy el pan de cada día, es causa de todos los desequilibrios sociales.

Cambios psicológicos, morales y religiosos: los cambios en los contenidos profundos de la educación, están acrecentando una mayor y profunda crisis de fe, ha ido extendiéndose y aumentando el relativismo moral, crecimiento de la superstición y la brujería y el desborde en las nuevas generaciones, el ateísmo y agnosticismo…

Así, pues, vivimos en un mundo de oscuridades y sombras, de angustias y sufrimientos, de violencia y muerte, de proyectos sueños y esperanzas fallidos, de éxitos y fracasos, de dolor y alegrías, de soledad y limitaciones.

Darse tiempo para orar, es para un cristiano el alimento diario para la vida, el estar en la presencia del Señor es nuestro gozo y por eso te invito a decir conmigo:

Si nadie me ama, tu alegría es amarme.
Si lloro, tu deseo es consolarme.
Si soy débil, tú eres mi fuerza y mi energía.
Si nadie me necesita, tú me buscas.

Si estoy vacío(a), tu plenitud me colmará.
Si quiero caminar, tú vienes conmigo.
Si te llamo, tú siempre me escuchas.
Si me pierdo, tú me buscas sin cesar.

Si estoy cansado(a), tú eres mi descanso.
Si peco, tú eres mi perdón.
Si te pido, tú eres don para mí.
Si te necesito, me dices: Aquí estoy a tu lado.

Si estoy a oscuras, tú eres Luz para mis pasos.
Si tengo hambre, tú eres pan de vida para mí.
Si soy infiel, tú eres fiel.
Si quiero conversar, Tú me atiendes siempre.

Si estoy enfermo(a), tú eres mi salud, consuelo y fortaleza.
Si estoy desanimado(a), tú eres mi esperanza.
Si estoy encerrado(a), tú vienes a tocar mi puerta.
Si estoy que muerto(a), tú eres la Resurrección y la vida.

Si te miro, veo la verdad de mi corazón.
Si todos te olvidan, tú siempre me tienes presente.
Si no tengo a nadie, te tengo a ti.
Si soy silencio, tu Palabra habitará en mi corazón.

Adap. Francisco Sastoque, o.p.