Píldora de Meditación 554

“Permitamos que la Palabra de Dios habite en nuestro corazón”. Esto nos trae la felicidad, razón de ser de nuestra existencia y tarea fundamental para realizar como cristianos y como religiosos.

Es verdad que muchas veces esta felicidad es ensombrecida y hasta borrada, por el mundo que estamos viviendo, de grandes interrogantes, de rápidas mutaciones, de incertidumbre y duda. Vivimos un mundo de cambios profundos por el avance de las ciencias y el desarrollo vertiginoso de la técnica y lo tecnológico. Vivimos en un momento de cambios sociales que pone a la intemperie y en peligro la misma supervivencia de la humanidad: el ataque a todo lo que huela a religión, ataque inmisericorde contra la familia, el querer imponer a toda costa la teoría de género, la drogadicción y otras aberraciones con la complicidad de los medios de comunicación y el contagio de las redes sociales a nivel global, que atacan los principios fundamentales de la conservación de la vida y la sana convivencia… acrecentando una mayor y profunda crisis de fe, crecimiento de la superstición y la brujería y el ateísmo y agnosticismo cabalgante en todos los ambientes…

En fin… vivimos en una humanidad que nada en un océano de proyectos sueños y esperanzas, de éxitos y fracasos, de dolor y alegrías, de soledad y limitaciones, de oscuridades y sombras, de angustias y sufrimientos, de violencia y muerte… que no permite que logremos la felicidad, tarea fundamental de todo ser humano… ¿Qué hacer entonces?

¡Darse tiempo suficiente para orar! Para el cristiano esto es el alimento diario para la vida: el estar en la presencia del Señor es nuestro gozo. Por esto les invito a exclamar conmigo, algo que es cierto porque en Jesucristo solo hay hechos, no palabras:

Si nadie me ama, tu alegría es amarme.
Si lloro, tu deseo es consolarme.
Si soy débil, tú eres mi fuerza y mi energía.
Si nadie me necesita, tú me buscas.

Si estoy vacío, tu plenitud me colmará.
Si quiero caminar, tú vienes conmigo.
Si te llamo, tú siempre me escuchas.
Si me pierdo, tú me buscas sin cesar.

Si estoy cansado, tú eres mi descanso.
Si peco, tú eres mi perdón.
Si te pido, tú eres don para mí.
Si te necesito, me dices: Aquí estoy a tu lado.

Si estoy a oscuras, tú eres Luz para mis pasos.
Si tengo hambre, tú eres pan de vida para mí.
Si soy infiel, tú eres fiel.
Si quiero conversar, Tú me atiendes siempre.

Si estoy enfermo, tú eres mi salud, mi consuelo y mi fortaleza.
Si todos me olvidan, tú siempre me tienes presente.
Si no tengo a nadie, te tengo a ti.
Si estoy desanimado, tú eres mi esperanza.

Si estoy encerrado, tú vienes a tocar mi puerta.
Si soy silencio, tu Palabra habitará en mi corazón.
Si te miro, veo la verdad de mi corazón.
Si estoy muerto, tú eres la Resurrección y la Vida.
Si estoy contigo, he alcanzado la Felicidad Eterna.

(Flus)