Píldora de Meditación 493

Un joven se acercó al sacerdote del templo y le dijo:

– ¡Padre, no volveré más a la Iglesia!

El sacerdote se le quedó mirando y le dijo:

– Pero, ¿por qué?

El joven respondió:

– Veo a la hermana que habla mal de otra hermana; el hermano que no lee bien; el grupo de canto que vive desafinado; las personas que durante la Misa están concentradas en el celular, entre tantas otras cosas malas que veo hacer en la Iglesia.

El sacerdote comentó:

– ¡Muy bien! pero antes quiero que me hagas un favor: tomas este vaso lleno de agua y da tres vueltas por el templo sin derramar una gota de agua en el suelo. Después de eso, puedes retirarte de la iglesia y no volver más por acá.

Y el joven pensó: ¡muy fácil!

Tomó el vaso lleno de agua y dio las tres vueltas por el templo como le pidió el padre, sin derramar una gota de agua. Cuando terminó dijo:

– Listo, padre.

Y el sacerdote le respondió:

– ¿Cuándo estabas dando vueltas en el templo, viste a la hermana hablar mal de la otra?

El joven dijo:

– ¡No!

¿Viste a alguien mirando el celular?

El joven respondió:

– ¡No!

¿Sabes por qué? Porque estabas concentrado en el vaso para no tirar el agua en el piso.

Lo mismo sucede en nuestra vida. Cuando nuestra mirada está fija en nuestro Señor Jesucristo, no tenemos tiempo de ver los errores de la gente.

Quien se retira de la Iglesia por causa de la gente, es porque nunca entró en ella por Jesucristo.

(Adap del texto de María Minaya)

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