-Juan Comes Doménech-


INTRODUCCION

Por la señal de la Santa Cruz…

Hermanos: nos hemos reunido aquí para acompañar a nuestro Señor Jesucristo en los principales momentos de su Pasión.

Que este ejercicio sirva para que ponderemos los dolores que a Cristo le supuso nuestra redención, y, uniendo a ellos los nuestros, consigamos nuestra purificación interior y merezcamos alcanzar un día la vida eterna, que se nos ha prometido a los que seguimos al Señor, sacrificado y glorioso.

ORACION FINAL

Gracias, Oh buen Jesús, por habernos concedido poderte acompañar en los principales pasos de tu pasión y muerte; concédenos que verifiquemos los méritos de tus inmensos dolores, purificándonos con ellos de nuestros pecados y así, liberados de todos ellos, consigamos resucitar contigo y gozar de la gloria del Padre. tú que vives y reinas…

Amén.

PRIMERA ESTACION

«Jesús en el huerto de los olivos».

Entonces va Jesús con sus discípulos a un huerto llamado Getsemaní, y les dice: «Sentaos aquí mientras yo voy allá a orar». Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo» Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y suplicaba diciendo: «Padre mío, si es posible que pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya».

Volviendo a los discípulos los halló dormidos. Y dice a Pedro: «Simón, ¿duermes? ¿Ni una hora has podido velar? Velad y orad para que no caigas en tentación; que el espíritu es pronto, pero la carne es débil» (Mt 26,36-46; Mc 14,32-42; Lc 22,39-46; Jn 18,1).

DEPRECACION

– Tú, que sufriste tristeza de muerte en Getsemaní.

Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que ante la muerte cercana pediste al Padre que se cumpliera su voluntad no la tuya.

Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que nos dijiste en la persona de Pedro: !Velad y orad para no caer en la tentación!

Señor, ten piedad de nosotros.

ORACION

Jesús, orante en Getsemaní, concédenos que ante las tribulaciones que nos acechan pidamos siempre que se cumpla la voluntad de nuestro Padre que está en el cielo. Tú que vives y reinas…

Amén.

Padre nuestro…

¡Misericordia, Señor, misericordia!

SEGUNDA ESTACION

          «Jesús, traicionado por Judas, es detenido»

Cuando Jesús estaba aún hablando con sus discípulos llegó Judas, uno de los Doce, al huerto de Getsemaní, acompañado de un grupo numeroso con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El que le iba a entregar les había dado esta señal: «Aquel a quien yo dé un beso, ese es, prendedlo». Y, al instante, se acercó a Jesús y le dijo: «!Salve, maestro!», y le besó. Jesús le dijo: «Amigo, ¿a qué has venido?» Entonces aquellos se adelantaron, echaron mano a Jesús y le detuvieron (Mt 26,47-50).

DEPRECACION

– Tú, que sufriste la humillación de ser besado por el traidor Judas.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que fuiste traicionado por uno de tus discípulos que compartieron contigo días de triunfo por la tierras de Palestina.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, «príncipe de la paz», que fuiste apresado ignominiosamente por un numeroso grupo armado con espadas y palos.

– Señor, ten piedad de nosotros.

ORACION

Jesús, traicionado por Judas, uno de tus discípulos, haz que nunca te traicionemos nosotros, a quienes has elegido para ser tus discípulos; y que te besemos siempre con gratitud y amor. Tú que vives y reinas…

Amén.

Padre nuestro…

¡Misericordia, Señor, misericordia!.

TERCERA ESTACION

             «Jesús es condenado por el Sanedrín»

Llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote y con él se reúnen  los ancianos y escribas. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando contra Jesús un testimonio para darle muerte, pero no lo encontraban. Muchos daban testimonio contra él, pero los testigos no coincidían. Entonces se levantó el sumo sacerdote, Caifás, y poniéndose en medio, preguntó a Jesús: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo de Dios vivo?» Jesús respondió: «sí, yo soy». El sumo sacerdote se desgarra la vestidura y dice: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Habéis oído la blasfemia, ¿qué os parece?» Todos juzgaron que era reo de muerte (Mt 26, 57-59; Mc 14, 53-65; Lc 22, 63-65).

DEPRECACION

– Tú, que fuiste condenado por el pueblo que habías elegido y del cual formabas parte.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que te proclamaste «Hijo de Dios vivo» ante los jefes de tu pueblo, suscitando en ellos tu deshonra y tu condenación.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que fuiste tratado de blasfemo por decir la verdad sobre tu condición divina.

– Señor, ten piedad de nosotros.

ORACION

Señor Jesús, condenado por los jefes de tu pueblo, haz que los que pertenecemos al nuevo pueblo de Dios, que es la Iglesia, no sólo no te condenemos, sino que te proclamemos como nuestro Dios y Señor para siempre. tu que vives y reinas…

Amén.

Padre nuestro…

¡Misericordia, Señor, misericordia!

CUARTA ESTACION

                 «Jesús es negado por Pedro»

Mientras Jesús era juzgado por el Sanedrín, Pedro estaba sentado fuera, en el patio; y una criada se acercó a él y le dijo: «También tú estabas con Jesús, el Galileo». Pero él lo negó delante de todos diciendo: «No! No! No sé de qué hablas». Cuando salía del portal, le vio otra criada y dijo a los que estaban allí: «Este estaba con Jesús el Nazareno». Y de nuevo lo negó con juramento: «Yo no conozco a ese hombre». Pero después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: «!Sí, tú también eres de ellos, pues además tu mismo modo de hablar te descubre!». Entonces Pedro se puso a echar imprecaciones y a jurar: «!Yo no conozco a ese hombre! !Yo nunca lo he visto! !Ustedes me están confundiendo con otro! !repito, yo no conozco a ese hombre!» Inmediatamente cantó un gallo. Y Pedro se acordó de aquello que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces». Y, saliendo fuera rompió a llorar amargamente (Mt 26, 69-75; Mc 14,66-75; Lc 22,54-57; Jn 18,15-17).

DEPRECACION

– Tú, que fuiste negado por Pedro, al que habías escogido como piedra fundamental de tu Iglesia.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que perdonaste a Pedro su inmenso pecado.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que sigues perdonando a quienes te niegan ante los hombres, diciendo que no te conocen.

– Señor, ten piedad de nosotros.

ORACION

Jesús, negado por Pedro, concédenos que no sólo no te neguemos ante los hombres, sino que te confesemos como el enviado del Padre para nuestra salvación. Tú que vives y reinas…

Amén.

Padre nuestro…

¡Misericordia, Señor, misericordia!.

QUINTA ESTACION

                «Jesús es juzgado por Pilato»

Los miembros del Sanedrín llevaron a Jesús ante Pilato, y comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey». Pilato le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices». Pilato, después de interrogar a Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: «Yo no encuentro ningún delito en este hombre». Después de remitir a Jesús ante Herodes, vuelve a decir Pilato a los judíos: «No he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis». Pero ellos gritaron: «!Crucifícalo, crucifícalo!» Pilato sentenció que se cumpliese la demanda de los sumos sacerdotes, ancianos y pueblo y se lo entregó para que fuese crucificado (Mt 27,24-26; Lc 23,1-24; Jn 19,16).

DEPRECACION

– Tú, que arriesgaste tu vida proclamando la verdad de tu realeza.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que fuiste condenado a muerte a pesar de no haberte encontrado culpable de ningún delito.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que sufriste el juicio de un Pilato cobarde, quien, sin causa alguna, te condenó a muerte de cruz.

– Señor, ten piedad de nosotros.

ORACION

Jesús, juzgado inicuamente por Pilato y sentenciado a muerte, concédenos que te proclamemos Rey y Señor y te adoremos sentado a la derecha del Padre. Tú que vives y reinas…

Amén.

Padre nuestro…

¡Misericordia, Señor, misericordia!

SEXTA ESTACION

             «Jesús azotado y coronado de espinas»

Pilato tomó a Jesús y mandó azotarle. Entonces los soldados del Procurador llevaron consigo a Jesús dentro del pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la cohorte. Lo desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y le hacían burla diciendo: «!Salve, rey de los judíos!»: y le escupían y le quitaban la caña para golpearle en la cabeza. Y después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificar (Mt 27,27-31; Jn 19,1).

DEPRECACION

– Tú, que fuiste sometido al tormento de los azotes, derramando tu primera sangre para salvarnos.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que fuiste escarnecido por los soldados, sufriendo la afrenta de ser porclamado un rey de burla.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que fuiste coronado de espinas y ultrajado como un falso rey.

– Señor, ten piedad de nosotros.

ORACION

Señor Jesús, Rey de reyes y Señor de los que dominan, concédenos reconocerte siempre como Rey verdadero, acatando y cumpliendo tus leyes y proclamándonos fidelísimos súbditos tuyos. Tú que vives y reinas…

Amén.

Padre nuestro…

¡Misericordia, Señor, misericordia!.

SEPTIMA ESTACION

                «Jesús es cargado con la cruz»

Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que crecía más el alboroto, tomando agua, se lavó las manos delante del Pueblo, diciendo: «Soy inocente de la sangre de este justo, !allá vosotros!» Y, respondiendo todo el pueblo dijo «Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos». Entonces Pilato se lo entregó para que fuera crucificado. Y tomando a Jesús lo sacaron fuera. Y después que le escarnecieron, le desnudaron del manto y le vistieron sus ropas y lo llevaron a crucificar. Jesús, cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota (Mt 27,24-26-31; Jn 19,17).

DEPRECACION

– Tú, que cargaste con la pesada cruz de nuestros pecados.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que llevaste la cruz, camino del Calvario, uniendo a ese dolor tu agotamiento total.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que sufriste la afrenta de caminar por las calles de Jerusalén siendo considerado como un malhechor.

– Señor, ten piedad de nosotros.

ORACION

Oh Señor mío, atormentado Jesús: haz que seamos merecedores de que tu sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos para nuestra purificación y consiguiente salvación. Tú que vives y reinas…

Amén.

Padre nuestro…

¡Misericordia, Señor, misericordia!.

OCTAVA ESTACION

       «Jesús es ayudado por el cireneo a llevar la cruz»

Y llevando su cruz a cuestas, salió Jesús para aquel lugar que se llama Calvario y en Hebreo Gólgota. Y cuando lo llevaban, tomaron un hombre de Cirene, llamado Simón, padre de Alejandro y Rufo, que hallaron al salir: un transeúnte que venía de una granja, a quien alquilaron para llevar la cruz; y le cargaron la cruz, para que la llevara en pos de Jesús (Mt 27,32; Mc 15,21; Lc 23,26).

DEPRECACION

– Tú, que llevaste la pesada cruz de nuestros pecados hasta el agotamiento total.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tu, que te humillaste al ser ayudado a llevar tu cruz por un asalariado de Cirene.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú que te dignaste aceptar que el Cireneo llevase tu cruz, como signo de que debemos compartir la cruz de los otros.

– Señor, ten piedad de nosotros.

ORACION

Oh Jesús, que yo acepte la cruz que el Padre me envía y quiera ser el Cireneo que comparta la cruz de los hermanos. tú que vives y reinas…

Amén.

Padre nuestro…

¡Misericordia, Señor, misericordia!

NOVENA ESTACION

       «Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén»

Camino del Calvario seguía a Jesús una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más por vosotras y por vuestros hijos. Porque llegarán días en que se dirá: dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron. Y se pondrán a decir a los montes: !caed sobre nosotros! Y a las colinas: !Cubridnos! Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco, ¿qué se hará?» (Lc 23,27-32).

DEPRECACION

– Tu, que nos dijiste en la persona de las piadosas mujeres que llorásemos por nuestros pecados.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que nos advertiste que si a ti, inocente, te maltrataron hasta el suplicio de la muerte, ¿qué tendrá que hacerse con     nosotros, pobres pecadores?

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que profetizaste que llegará un día, por la maldad del hombre, en que será mejor no tener hijos.

– Señor, ten piedad de nosotros.

ORACION

Jesús caminante hacia el Calvario, háblanos como a las piadosas mujeres de Jerusalén y enséñanos a llorar por lo que vale la pena: por nuestros pecados. tu que vives y reinas…

Amén.

Padre nuestro…

¡Misericordia, Señor, misericordia!

DECIMA ESTACION

                    «Jesús es crucificado»

Llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, Calvario, le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero Jesús, después de probarlo, no lo quiso beber. Era la hora tercia cuando lo crucificaron y con él a dos malhechores, uno a su derecha y otro a su izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Una vez que lo crucificaron se repartieron sus vestiduras, echando a suertes. Pilato redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz. decía así: «Jesús nazareno, rey de los judíos». Los sumos sacerdotes dijeron a Pilato: «No debes escribir «El Rey de los judíos», sino que éste ha dicho: «Yo soy el rey de los judíos». A lo que Pilato contestó: «Lo que he escrito , escrito está». (Mt 27,33-35; Mc 15,25; Lc 23,33-34; Jn 19,19-22).

DEPRECACION

– Tú, que nos enseñaste, desde la cruz, a perdonar a nuestros     enemigos.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que en el trono de la cruz fuiste nominado Rey.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que sufriste la humillación de ser considerado como un      malhechor crucificado entre dos ladrones.

– Señor, ten piedad de nosotros.

ORACION

Oh Jesús, rey de los judíos, que crucificado entre dos ladrones, fuiste levantado a la vista de todos, concédenos que sepamos aprovecharnos del inmenso valor de tu sacrificio y, con nuestra vida santa, te proclamemos Rey y Señor. tú que vives y reinas…

Amén.

Padre nuestro…

¡Misericordia, Señor, misericordia!

DECIMA PRIMERA ESTACION

            «Jesús promete su Reino al buen ladrón»

Uno de los malhechores, colgado junto a Jesús, le insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Cristo? Pues, !sálvate a ti y a nosotros!» Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Nosotros estamos en este suplicio con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vayas a tu reino». Y Jesús le dice: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23,39-42).

DEPRECACION

– Tú, que prometiste tu Paraíso al buen ladrón que, crucificado contigo, te confesó inocente.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que sufriste ser ultrajado por uno de los dos malhechores, que quiso retarte a que te salvases a ti y los salvases a ellos.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tu, que perdonas siempre a los pecadores que se convierten y se echan al mar inmenso de la misericordia que es tu corazón.

– Señor, ten piedad de nosotros.

ORACION

Jesús, manso y humilde de corazón, concédenos a cuantos con fe y esperanza te piden perdón de sus pecados, la gracia de ser un día ciudadanos de tu Paraíso. tu que vives y reinas…

Amén.

Padre nuestro…

¡Misericordia, Señor, misericordia!

DECIMA SEGUNDA ESTACION

         » Jesús en la cruz, la Madre y el discípulo»

Los que pasaban ante Jesús crucificado le insultaban, diciendo: «Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, !sálvate a ti mismo… Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz!» Igualmente los sumos sacerdotes, con los escribas y fariseos, se burlaban de él diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. ¿Eres Rey de Israel?: baja de la cruz y creeremos en ti». Junto a la cruz estaban su madre, la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa (Mt 27,39-42; Jn 19,25-27).

DEPRECACION

– Tú, que fuiste ultrajado no solo con el oprobio de la crucifixión, sino por los insultos de quienes pasaban junto a la cruz.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que entregaste a tu madre a Juan, el discípulo amado, y en él a todos nosotros.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que te has despojado de todo, hasta de tu madre, para significarnos el amor redentor que nos tienes.

– Señor, ten piedad de nosotros.

ORACION

Oh Jesús, que nos diste por madre a la tuya, concédenos que le tengamos amor filial y la guardemos en la casa de nuestro corazón. tú que vives y reinas…

Amén.

Padre nuestro…

¡Misericordia, Señor, misericordia!.

DECIMA TERCERA ESTACION

                   «Jesús muere en la cruz»

Sabiendo Jesús que todo estaba cumplido, dijo: «!Tengo sed» Había allí una vasija llena de vinagre, sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: «Todo está cumplido» Era ya la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, la oscuridad cayó sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y dicho esto, expiró (Mt 27,48-50; Mc 15,33-37; Lc 23,44-46; Jn 19,28-30).

DEPRECACION

– Tú, que pudiste decir con verdad, que tu obra en el mundo había sido cumplida.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que, clavado en la cruz, experimentaste el tormento de la sed, que era en realidad sed de nuestras almas.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que pusiste tu espíritu en manos del Padre, cuando llegó la hora de tu muerte.

– Señor, ten piedad de nosotros.

ORACION

Por tu muerte en la cruz, haz, Jesús, que yo muera en tu amor y ponga mi alma en manos del Padre que está en el cielo. tu que vives y reinas…

Amén.

Padre nuestro…

¡Misericordia, Señor, misericordia!

DECIMA CUARTA ESTACION

             «Jesús es depositado en el sepulcro»

José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto, por miedo a los judíos, pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo. Fue también Nicodemo, aquel que anteriormente había ido a verle de noche, con una mezcla de unas cien libras de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas, con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar. En el lugar donde Jesús había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Y pusieron allí a Jesús (Mt 27,60; Mc 15,46; Lc 23,53-54; Jn 19,38-42).

DEPRECACION

– Tú, que fuiste enterrado piadosamente, por tus amigos, dándose con ello fin a tus tormentos.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que reposaste tres días en el sepulcro nuevo en que fuiste depositado hasta tu gloriosa resurrección.

– Señor, ten piedad de nosotros.

– Tú, que venciste al pecado y a la muerte, rubricando tu mensaje de salvación con tu portentosa resurrección.

– Señor, ten piedad de nosotros.

ORACION

Concédenos, Señor, a los que hemos seguido el itinerario de tu pasión y muerte, la gracia de apropiarnos de tus merecimientos para que un día, muertos a este mundo, gocemos de la gloria de tu resurrección. tú que vives y reinas…

Amén.

Padre nuestro…

¡Misericordia, Señor, misericordia!.

(NOTA: Se pueden intercalar cantos entre las estaciones, según costumbre.

Al final se recomienda entonar alguno de estos: «Perdón, oh Dios mío», «Perdona a tu pueblo, Señor», «Por tu pasión sagrada» o cualquier otro canto).

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– «La gran peste de este mundo contemporáneo es que en él sólo se conceden altavoces a los necios» (Sören Kierkegaard) .

– La famosa frase del Viacrucis «Jesús consuela a las piadosas mujeres» debería traducirse por «Jesús reprende a las mujeres lloronas» (Grahan Greene).

– Sobran en el mundo los llorones, faltan trabajadores.

– Las lágrimas son malas si sólo sirven para enturbiar los ojos y maniatar las manos.