¡Oh Señor mío y Dios mío!
Con humildad y pobreza vengo
a ofrecerte en este día
cuanto soy y cuanto tengo:

Mis ojos para mirarte,
mi voz para bendecirte,
mi vida para servirte,
mi corazón para amarte.

Acepta, Señor, mi ofrenda pobre y sencilla.
Guárdame entre tus manos para nunca desfallecer
y sentir el infinito amor que me tienes.

Señor mío y Dios mío,
aunque el dolor me taladre por dentro,
ayúdame a ser limpio,
ayúdame a ser libre de todo lo que no te pertenece,
ayúdame a ser manso,
ayúdame a ser humilde de corazón.

Señor mío y Dios mío,
dame la gracia de entender que sólo Tú me bastas.
Ayúdame a subir a Ti, para que Tú desciendas a mí.

Señor mío y Dios mío:
En mi vida, en la alegría,
en la aflicción y en mi agonía,
tómame con tu mano…

Ven, Señor mío y Dios mío, ven,
llévame para estar contigo
por la eternidad.

Amén.