Píldora de Meditación 428
“-No se queden mirando hacia lo alto.
Desciendan a la realidad de cada día, con la Palabra de Dios en las entrañas.
Vayan, por todo el mundo y a todo el universo, cumpliendo la voluntad del Padre que tienen en la tierra y en el cielo.
Para ser fieles y eficaces, dispónganse a recibir el Espíritu Santo.
Estén limpios y libres de todo lo que no es de Dios. Limpios y libres de pecados e indelicadezas. De culpas, de malos propósitos.
Sean aptos para recibir, vivir y dar a Jesucristo, el Salvador Resucitado, verdadero Dios y hombre verdadero, en orden a la Cristofinalización.
No hagan ni den nada de ustedes ni por ustedes.
Vivan, hagan y den, en todo tiempo, lo de Dios en ustedes y en el Nombre de Dios, presente y vivo en ustedes.
Oren, oren, oren… oren siempre. Sean oración.
Examínense a fondo. Hagan, para eso, sus inventarios morales. Esto es: exámenes personales de conciencia, a profundidad, con humildad y con prudencia.
Báñense a fondo en las piscinas naturales de la gracia.
Esto es: confiésense con el presbítero. No importa quién él sea y qué concepto o conceptos personales tengan, ustedes de él. Él es como las piscinas, donde está él, está el agua de la gracia.
Sean humildes y prudentes.
Dispónganse con humildad y con prudencia, a recibir los dones del Espíritu Santo y, sobre todo, dispónganse con humildad y con prudencia, a recibir el Don de dones, que es el Espíritu Santo. Si Él llega a ustedes y ustedes lo reciben, la Palabra de Dios, que es Jesucristo, el Salvador Resucitado, verdadero Dios y hombre verdadero, enraíza, crece y da frutos en ustedes, como la semilla que sembrada oculta en la tierra, germina, crece y da frutos, cuando es sazonada por las lluvias.
La verdadera y eficaz lluvia de Dios, para ustedes, es el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es la lluvia eficaz que hace germinar, crecer y dar frutos a la Palabra de Dios, sembrada en el corazón del hombre.
Jesucristo, el Salvador Resucitado, verdadero Dios y hombre verdadero, es la Palabra de Dios, sembrada en el corazón del hombre.
Oigan la Palabra de Dios. Vívanla. Nútranse de Ella.
Y reciban el Espíritu Santo, para que la Palabra de Dios se haga vida en ustedes.
Oren, oren, oren… Oren siempre. Sean oración.
Recuerden que se les ha dicho que observen la naturaleza.
Eso es bueno. Mucho les enseña. Aunque parezca infantil, es un consejo sabio.
El campesino cuando siembra el grano, cuida de que él no sea devorado por las aves y por todos los enemigos que lo atacan y persiguen. Usa fungicidas. Hasta espantapájaros y mil ardides, para no dejarse sorprender en el esfuerzo para lograr una cosecha buena y abundante.
Si eso hace el sembrador, con algo transitorio, como la siembra de sus campos, que hoy es y mañana no es, ¿qué no debería hacer el hombre sabio y prudente, con la siembra permanente de la Palabra de Dios, en él?
Sean humildes, sean prudentes; cuiden, como el campesino, la semilla de Dios, que el Espíritu de Dios, está regando en el corazón de ustedes.
Usen los nutrientes, para que esa semilla, que es la Palabra de Dios (Jesucristo), germine, permanezca, crezca y de sus frutos.
Recuerden: los nutrientes de Dios son:
a.- La Palabra de Dios, que les ha sido revelada y que está escrita.
Léanla, reléanla, asimílenla. Conviértanla en vida para ustedes, en vida de ustedes.
b.- La oración, que es diálogo con Dios. Intercambio de vida y de presencia, entre Dios y ustedes.
Por la oración, ustedes pueden adquirir lo de Dios: su vida, su amor y sus regalos o dones del Espíritu Santo y, a la vez darle ustedes a Dios, lo que es de ustedes: sus pecados, sus miserias y fracasos, para que Él, los transfigure.
Por eso: oren, oren, oren… Oren siempre. Sean oración.
Oren antes de orar.
Oren cuando oren.
Oren después de orar. Esto es: sean oración viva y permanente.
Que todo en ustedes sea oración; para que la verdadera y única Palabra de Dios, que es Jesucristo, viva, permanezca y de frutos en ustedes, desde ustedes y con ustedes.
c.- Los sacramentos. Ellos son manifestaciones reales de la presencia de Dios en ustedes y para ustedes. Por eso ellos, son signos sensibles y eficaces.
Frecuéntenlos, con humildad y con prudencia, los que son frecuentables, y vívanlos con humildad, dignidad y prudencia, los que, por sus estados, deben ustedes vivir.
En todo caso, hagan grande acato de los sacramentos. Ellos les permiten vivir y crecer en amistad con Dios. La amistad de Dios les permite a ustedes ser lo que Dios quiere que ustedes sean: felices y plenos; santos y perfectos.
El Espíritu Santo es, como la vitamina y la clave de eficacia que les permite a ustedes:
a.- Recibir la Palabra de Dios.
b.- Vivir y practicar la oración.
c.- Recibir y practicar los sacramentos.
d.- Asimilar todos los nutrientes.
e.- Vivir y crecer en la amistad de Dios.
f.- Ser lo que ustedes deben ser.
g.- Dar frutos. Pues todo lo que es estéril se arranca y arroja del Reino de los Cielos, que es el Reino Reinado de Dios, quien vida es y por lo mismo fertilidad, abundancia.
Recuerden y grábense esto: el hombre sin el Espíritu Santo, es como el mundo a oscuras, esto es, sin sol y sin oxígeno, un mundo no apto para que la Palabra de Dios permanezca, crezca y fructifique.
Aspiren, pues, a recibir y a tener permanentemente el Espíritu Santo, si quieren que Dios entre, viva y obre en ustedes, con ustedes y desde ustedes.
Recuerden también esto y no lo olviden:
El campesino sabe que las buenas semillas sembradas para las buenas cosechas tienen riesgos; por las plagas y la falta de nutrientes, enemigos naturales de las buenas semillas y de las buenas cosechas. Por eso, ellos, cuidan de sus semillas preservándolas y defendiéndolas de sus enemigos naturales y las nutren.
El creyente debe saber, como el campesino, que la Palabra de Dios (que es su semilla) tiene enemigos naturales. Por eso debe cuidar de ella con esmero y con prudencia. Debe nutrirla con todos los nutrientes (Palabra, oración, sacramentos); debe vigilar constantemente para prevenir y defender y mantener la luz y el aire necesarios, adecuados que, en resumen, es: el Espíritu Santo.
Siempre deben tener y mantener el Espíritu Santo, para que la Palabra de Dios (Jesucristo) sea eficaz en ustedes, con ustedes y desde ustedes. Pero, hay como estaciones de abastecimiento o reabastecimiento del Espíritu Santo.
Pentecostés es una de esas estaciones.
Por eso las vísperas de Pentecostés son peligrosas o están llenas de peligros.
El enemigo natural de Dios asecha, lleno de maldad, pretendiendo destruir la obra de Dios en cada uno de ustedes. Para eso suelta sus plagas y se procura un ambiente de maldad que haga eficaces sus propósitos. Las plagas del malo enemigo de Dios, son toda clase de indelicadezas y pecados, disimulados o camuflados en las más sofisticadas y raras envolturas: noticias, placeres, chistes picantes, expresiones irónicas y frases desalentadoras.
Por eso los medios de comunicación social no dejan de ser herramientas de doble filo. Si se usan a la luz del Espíritu Santo son buenas y eficaces. Si se usan sin la luz del Espíritu Santo, se hacen peligrosas y mortales para la vida del Espíritu.
Cuiden, por tanto, ustedes los de esta Orden trinitaria nueva, novísima y novedosa de los esclavos de la Esclava de Dios, los medios de comunicación social. No los descuiden. No sean indiferentes ni apáticos con ellos.
Recuerden: la oración es el mejor y más eficaz medio de comunicación social.
Orar es comunicarse.
Orar bien es comunicarse eficazmente.
Oren siempre y en verdad. Y ustedes por la acción del Espíritu Santo, serán comunicadores eficaces de la Buena Nueva que el hombre y el mundo necesitan.
Todos, en la Iglesia de Dios, por tanto, si desean ser eficaces en lo de Dios, aspiren a ser buenos comunicadores mediante la oración, que es el primer y mejor ingrediente para la comunicación social.
Oren, oren, oren… Oren siempre. Sean oración.
(Espiritualidad Trinitaria HMD, Acta 393)
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