Píldora de Meditación 567
(extractos)
Nadie ve lo que aguantaste.
Solo ven tu última reacción: tan
excesiva, tan fuera de lugar y tan
violenta e irracional.
Y de repente lo que queda ya no se
llama angustia, ni dolor, ni ansiedad,
ni miedo, ni desasosiego, ni tristeza,
ni humillación, ni cansancio, ni
agotamiento, ni frustración.
De repente: En un solo instante. Uno
queda preso, atrapado, secuestrado,
atado, por sus propias emociones,
hasta que un solo día, uno deja de
tolerar lo que toleraba, un simple
gesto mal puesto; una sonrisa en el
tiempo equivocado, un último pedido;
un nuevo favor, un llamado a
deshora; un chiste que dejó de serlo.
Lo que sea.
Porque nadie vio el proceso.
Simplemente porque nadie lo vio.
No busco el perdón. No necesito el
perdón. No siento culpa. Siento el
aire.
No puedo entender cómo y por qué
aguanté tanto.
Por eso lloro. Por eso:
Por hartazgo, por felicidad. Porque
recién ahora, estoy respirando. Estoy
bailando y estoy brillando.
Lorena Pronsky.