En 1550 llegó a Tunja, procedente de España, el dominico fray Andrés Jadraque. Movido por un ardiente deseo misionero, el joven dominico pidió al superior del Convento Dominicano de Tunja, fray Francisco López Camacho, que le permitiera ir a los pueblos que él designara para predicar el Evangelio a los paganos. Fue enviado, entonces, al «partido» -comarca- de Tinjacá.
El pueblo de Suta -hoy Sutamarchán-, cerca de Villa de Leyva, en el departamento de Boyacá, perteneciente a este partido, en 1555, estaba encomendado a un conquistador español llamado Antonio de Santa Ana, quien hospedaba en su casa a fray Andrés. Deseoso de tener en su oratorio una imagen de la Virgen del Rosario, le encargó al hermano dominico que buscara un pintor que le hiciese dicha imagen. Para cumplir con el encargo del encomendero Antonio, fray Andrés viajó a la ciudad de Tunja, donde halló al platero Alonso de Narváez, que entendía de pintura. Dispuso con él pintar la imagen de Nuestra Señora del Rosario con túnica colorada y manto azul, el Niño Jesús en los brazos y la luna a los pies, por un precio de 20 pesos de plata.
En 1562, Narváez tomó una manta de algodón tejida por los indígenas de la región, de 1.25 metros de alto por 1. 39 metros de ancho, y pintó al temple, mixturando tierra de diferentes colores con el zumo de algunas plantas y flores, la imagen de la Virgen del Rosario. La altura de la imagen es de 1.1 O metros y la disposición de su cuerpo es peregrina; tiene un niño Jesús y el niño tiene en la mano un sirguerito con un rosario que cuelga de la misma mano.
Como este género de tejido tiene más de ancho que de largo, pintada la imagen de la Virgen, quedó un espacio considerable a ambos lados de la pintura de la Virgen. Fray Andrés Jadraque y Alonso de Narváez dispusieron que al lado derecho se pintara la imagen de san Antonio de Padua, por ser el santo de Antonio de Santa Ana, que costeaba la pintura; y al lado izquierdo la de san Andrés Apóstol, el santo del hermano dominico, que la solicitaba y había buscado los colores.