La “Comunión espiritual” es una oración con la que el fiel católico expresa el deseo de recibir a Jesucristo en la Eucaristía, sin recibir la sagrada hostia consagrada. Tuvo su origen como una preparación para la Santa Misa e igualmente en el vehemente deseo de recibir al Señor en la comunión sacramental eucarística y no ser posible. Es el caso actual presentado por la “cuarentena” como estrategia para defendernos del contagio del virus “Covid-19”. En cuanto a su origen histórico, la comunión espiritual es muy anterior al Concilio de Trento en el cual ya se hizo referencia a ella alabándola y exhortando a los fieles a practicarla.
Para la teología y la espiritualidad católica la “comunión espiritual” tiene un valor muy importante y muy semejante al de la comunión sacramental eucarística. El valor para quien la recibe está en función de su deseo de amor al Señor y su entrega a Él.
Santo Tomás de Aquino, afirma: “La comunión espiritual consiste, en un deseo ardiente de recibir a Nuestro Señor Jesucristo sacramentalmente y en amoroso abrazo, como si se lo hubiera ya recibido.” El efecto o las consecuencias de recibir la comunión espiritual pueden ser para el alma las mismas que surgen con la recepción eucarística sacramental, salvo lógicamente la no recepción del Cuerpo del Señor. Solo recibiremos el Espíritu, pero no el cuerpo material del Señor.” (cfr. S. Th. III, 80, 1 y 2)
Según la doctrina católica, las comuniones espirituales deben tener siempre la comunión eucarística como meta. Para San Juan Pablo II. “La práctica de este deseo constante de Jesús en la Eucaristía, tiene su raíz en la perfección última de la comunión eucarística, que es el fin último de todo deseo humano”. La comunión espiritual puede repetirse muchas veces al día. Puede hacerse en el templo o fuera de él, a cualquier hora del día o de la noche. La comunión Espiritual no es primordialmente una sustitución de la comunión sacramental eucarística, sino más bien anticipación y extensión de sus frutos. La comunión espiritual es una fuente de gracias. Al practicarla frecuentemente se tendrá más presencia de Dios y más unión con Él en las obras».
La Comunión espiritual se hace con la siguiente oración.
“Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo
y en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
(silencio para adoración)
Y como si ya te hubiese recibido,
te abrazo y me uno del todo a Ti.
Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.
Amén.”