Píldora de Meditación 394

Joaquín y Rebeca llevaban ya 10 años de casados y no tenían hijos.

Joaquín decidió divorciarse y fue a ver al rabino para hacer los trámites pertinentes para el divorcio.

El rabino le dijo: Joaquín recuerda que celebramos una gran fiesta el día de tu boda, es justo que también celebremos otra gran fiesta para tu divorcio. Esto le gustó mucho a Joaquín y procedió a preparar la fiesta.

Durante la fiesta y siguiendo los consejos del rabino, Rebeca ofreció a su esposo el mejor vino. Y éste mientras bebía le dijo: Amor mío, puedes coger lo que más te guste de la casa y llevártelo a la casa de tu padre. Y se quedó dormido.

Rebeca, con mucha ternura, lo acostó en la cama y, luego con la ayuda de los invitados lo llevaron en su cama a la casa del padre de Rebeca.

Cuando se despertó Joaquín al día siguiente, preguntó: ¿qué estoy haciendo aquí? Y Rebeca le contestó suave y amorosamente: amor, sólo he cumplido tus órdenes. Traje a la casa de mi padre lo que más me gusta y eso eres tú.

Joaquín la abrazó y se olvidó del divorcio. Semanas más tarde Rebeca quedó embarazada. Y tuvieron una vida matrimonial muy feliz.

Colaboremos con nuestro consejo y ayuda para que nuestros jóvenes hoy día no se junten en pareja simplemente para hacer hijos y vivir juntos mientras dura la felicidad de la piel, sino para que realicen un proyecto de vida que no los frustre, sino que los haga realizar en la felicidad de un matrimonio.

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