«Uno de los trucos de la vida consiste más que en tener buenas cartas, en jugar bien las que uno tiene». Josh Billings
En casi todas las épocas y culturas, la «belleza» ha sido admirada como un don especial y se ha sancionado la «fealdad». Somos crueles con las feas (v. gr. gordos, bajitos, altos, narigones, muy flacos, etc.). El aspecto que adopta la estructura molecular de nuestro cuerpo, es fuente de atracción o repulsión.
Son numerosas las personas que, siendo de una belleza normal e incluso superior, se reprochan de manera irracional el ser «feas» o «desagradables» por no llegar al supuesto ideal familiar.
El ambiente inmediato en el cual crecemos y la experiencia que en él tenemos sobre nuestra apariencia física, determinan el grado de auto-aceptación:
– la comparación social, por ello, el tener amigos demasiado atractivos puede ser un verdadero dolor de cabeza.
– es el éxito alcanzado con el sexo opuesto.
– aunque la belleza física no garantiza necesariamente el éxito en la conquista, allana la mitad del camino. Los adolescentes que fracasan en conseguir pareja generan problemas de auto-imagen en un gran porcentaje de casos.
– una de las causas más terribles y devastadoras de la pérdida de auto-imagen, es la burla.
En la infancia, cuando los niños son cruelmente sinceros, comienzan a gestarse los llamados complejos. Por alguna extraña razón, los apodos y los sobrenombres siempre dan donde más duele (v. gr. usar gafas, ser gordo, cabezón, narigón, bizco, etc.). Los defectos son detectados inmediatamente y señalados sin piedad.
Después aunque desaparezca el defecto, la burla deja sus huellas. Ya no necesitaremos jueces externos, pues, hemos aprendido a criticar la propia apariencia física con el metro intachable de la «perfección». Es increíble la habilidad de algunas personas para detectarse defectos, barritos, arrugas, espinillas, veinte gramos de más o cualquier problema similar. No estoy criticando el cuidado o el arreglo personal, sino la preocupación obsesiva por ser «bello» siempre y a toda hora.
Si la autoafirmación personal gira alrededor de la belleza física, esto no sólo indica una pobre vida interior, sino una muerte prematura. La necesidad imperiosa de mantener la juventud y la belleza a toda costa, y no entender el «encanto» de las distintas edades, lleva indefectiblemente a la depresión.
Cualquier persona instruida, aceptará el hecho de que no existe un criterio universal y absoluto de lo que «debe» ser lindo o feo. Los criterios de belleza son algo relativo a la época y al lugar. Esto significa que puedes decidir tu propio concepto de lo bello. Es difícil, pero vale la pena intentarlo. Así como vestirse bien no implica seguir dócilmente la moda, para gustarte a ti mismo no tienes que utilizar los criterios que venden los medios de comunicación. No debes ser super estilizada, mona y de ojos azules, como las modelos de las propagandas, tampoco debes parecerte a la modelo Crawfort. No hay razones teóricas y científicas para sentirte estéticamente agradable. Los requisitos sobre tus preferencias son básicamente afectivos.
En cuestión de gustos, la lógica sobra. Como en el amor, el sentimiento de atracción es total, no verbalizable, automático e inexplicable. Muchas veces conocemos una persona que «nos gusta» y no podemos explicar exactamente qué nos atrae. Más aún, a veces nos gustan personas que van en contra de todas nuestras exigencias estéticas (gente racista enamorada de gente de color, comunista enamorado de burguesa, etc.). La atracción es algo automático e inconsciente.
Lo importante entonces, no es ser bello, sino gustarse a sí mismo. Para lograrlo no es conveniente utilizar criterios rígidos y estrictos. En cuestión de gustos no hay disgustos (errores). Tienes el derecho a elegir lo que te plazca y lo que quieras. Inclusive, gustar de ti mismo, aunque no seas aceptado por lo estilistas, la moda y las decoradoras.
Tu cuerpo y el modo en que lo cubras deben gustarte primero a ti. Las personas que entran en tu territorio será porque «gustan de tu gusto» y no porque admiren qué tan actualizado estás en cuestiones estéticas. Vístete, píntate, adelgaza, pero halagarte, no para halagar.
Recapitulemos, la auto-imagen es aprendida a través de nuestras experiencias con el ambiente inmediato (amigos, novios, familia, etc.) y del aprendizaje social que hacemos de los medios de comunicación.
Muchas personas poseen el vicio de darle más importancia a lo que les falta, que a lo que tienen. Solo lo valoramos cuando lo perdemos. Desgraciadamente suele ser tarde.
Mejorando la auto-imagen
Para salvaguardar tu auto-imagen o rescatarla debes tener en cuenta:
– Trata de definir tus propios criterios de lo que es bello o estético. Trata de ser espontáneo y auténtico cuando elijas. Arréglate para ti y no para otros.
– Descarta la perfección física y los criterios estrictos. No hay un absoluto. Hay niveles de atracción. No pierdas el tiempo pensando lo que te faltó para ser una afrodita o un adonis. Disfruta lo que tienes y no te exijas lo imposible.
– Descubre y destaca las cosas que te gustan de ti. Siéntate orgulloso y feliz de tus atributos físicos. No escondan las cosas que te agradan de ti. Destácalas, muéstralas y disfrútalas. Nunca pienses que has «agotado» tus encantos.
– Tu auto-imagen se transmite a otros. Si te sientes una persona poco interesante y atractiva, darás esa imagen a los demás. Los famosos «feos» o «feas-atractivas» son el resultado de una actitud positiva hacia si mismos. Si te auto-compadeces, te compadecerán. Si te tienes lástima, inspirarás pesar. Si te ves desagradable, te rechazarán. La mejor manera de romper el círculo negativo es gustarte. Si te sientes irresistible y atrayente, no cabe duda, serás una persona bella.
– El aspecto físico es sólo uno de los componentes de los de tu auto-imagen. Ser bien parecido, es uno de los tantos requisitos de la atractibilidad, no el único. Las personas, además de «lindas» o «feas», pueden ser cálidas, amables, inteligentes, tiernas, seductoras, sensuales, interesantes, educadas, alegres, afectuosas, graciosas, etc. Hay personas que poseen «magia». Pregúntate qué más tienes, fuera de huesos y piel.
– No importa qué seas y cómo seas, si realmente te agradas y gustas siempre encontrarás alguien que guste de ti. El auto-desagrado inmoviliza, nunca dan el primer paso. Gustarse es abrir los horizontes afectivos. Es arriesgarse y aumentar las probabilidades de conocer gente.