Píldora de Meditación 560

Hermanos:

Hemos ido muchas veces a la enorme estación y se nos ha dicho por el altavoz:

«Llega inmediatamente por la vía 12» o «llega por la vía 4».

Pero no. No llegaba Dios.

Era una estrella o un estrello del cine, o un magnate de las finanzas, o un general de la OTAN, o un gran político, o una gran figura eclesial, quizá hasta un visionario religioso …

Pero no era, no, no era Dios.

¡Tantos advientos! ¡Tantas esperas, ya …!

Y volvíamos a casa con el mal sabor de boca de la tomadura de pelo, o de nuestra ingenua candidez, prometiéndonos que otra vez iban a engañar a su tía.

Pero, vamos a ver, hermanos:

¿Dónde podremos encontrar a Dios?

Todo el Antiguo Testamento esperándole los reyes, los sabios, los importantes. Quizá esperándole en la torre del templo, o en el palacio real, o en la clase de los teólogos.

Y luego les hace trampa. Se esconde entre analfabetas y animales, que a tantos les parecen casi lo mismo.

¡Dios tiene unas bromas …!

¿Dónde esperas tú hermano a Dios en este Adviento?

¿No piensas que estará en tu Barrio, en tu Asociación de vecinos con su larga lista de problemas, en el dolor humilde y rutinario de tu vecino, o en tu misma casa, en medio de tus problemas, de tus luchas y de ti mismo?

Este Adviento sería un buen momento para hacer de detectives de Dios. Veríamos entonces qué cerca está. Pero a su manera. Esa manera que es la nuestra, porque lo chocante es que Dios «nos imita», se hace vida nuestra en toda su vulgaridad, y es lo que nos desconcierta a los inseparables, hambrientos de magia y milagrería.

Sepamos descubrir a Dios en la rutina de todos los días, en la enorme grandeza de nuestra vulgaridad.

Tu hermano en la esperanza.

 Ms. Alberto Iniesta.