Píldora de Meditación 443

Érase una vez un empresario, un hombre de negocios que se encontraba disfrutando de unos días de vacaciones en un pequeño caserío. Un día observó a un hombre sencillo que regresaba en su pequeña barquita, de pescar unos grandes peces y le dijo, iniciándose así una conversación:

– Felicidades señor. Qué hermosos peces has pescado esta mañana. ¿Te costó mucho trabajo pescarlos?

– El humilde hombre le dijo: sólo un ratito.

El hombre de negocios le comentó:

– ¿Y por qué no le dedicas más tiempo y así logras pesca muchos más pescados?

El pescador respondió:

– ¡Oh, no!, con esto tengo más que suficiente para mi familia.

Tratando de saber qué más cosas hacía este humilde hombre, el empresario volvió a preguntarle:

– ¿Y qué haces el resto del tiempo cuando no sales a pescar?

El pescador que llevaba una canasta llena de pesado, le soltó esta información:

– Me levanto tarde, pesco un rato, juego con mis hijos, hago la siesta, paseo por el pueblo, toco la guitarra con mis amigos… como ve, tengo mi vida bien llena.

El empresario queriendo colaborarle al humilde hombre para que progresara, le dijo:

Escuche: yo soy un empresario y hombre de negocios y estudié en la mejor universidad donde me gradué. Te puedo ayudar a mejorar tu negocio.

– Tienes que dedicar más tiempo a la pesca. Así podrás comprar un barco más grande, pescarás más y podrás comprar más barcos. Después podrás tener tu propia empresa. Por supuesto tendrías que dejar este caserío y trasladarte a la capital de la Provincia y luego a la capital del país, para dirigir tu gran empresa.

Ante tan sorpresivo consejo que le escuchaba a este turista, el humilde pescador exclamó:

– Pero doctor, ¿cuánto tiempo llevará todo eso?

– De 15 a 20 años, aproximadamente, le respondió el empresario.

Entonces el pescador dijo:

– ¿Y después qué?

El hombre de negocios muy satisfecho y sonriente le dijo:

– Después viene lo mejor. Una vez consolidada tu empresa la vendes y te haces millonario.

El pescador, que había escuchado con atención al hombre de negocios de la ciudad, le preguntó:

– ¿Y después sigue algo más?

Luego, el empresario exitoso le dijo:

– Después, tú te retiras, vuelves a un pueblito pequeño o de la costa, te levantas tarde, pescas durante un rato, juegas con tus nietos, haces la siesta con tu esposa, paseas por el pueblo y tocas la guitarra con tus amigos.

El pescador con sorpresa y muy sonriente contestó:

– Pero, doctor, eso mismo es lo que estoy haciendo ahora.

En esta historia tenemos dos maneras distintas de enfocar la vida; dos administradores distintos.

El empresario y hombre de negocios ve la vida como un negocio: trabajar y trabajar más, producir más, ampliar más, ser empresario, enriquecerse, ser millonario. Adicción al trabajo por ambición y avaricia.

El campesino ve la vida como un regalo de Dios que hay que disfrutar con la familia, con los amigos, con todo el pueblo, con la música y una que otra cerveza. Trabajar sí, pescar sí, pero para el alimento diario, no para acumular.

(Adap. Francisco Sastoque, o.p.)