Píldora de Meditación 445
Paganini, el gran violinista, daba un importante concierto un día y cuando salió al escenario notó algo raro en su violín. Lo miró durante unos segundos y notó que no era su famoso y valioso violín. Alguien se lo había robado y había dejado en la caja uno de segunda mano.
Entonces, el maestro paganini tomó el micrófono y pronunció estas palabras:
«Señoras y señores, dijo a su auditorio, les quiero demostrar esta noche que la música no está en el instrumento sino en el alma».
Y ese día tocó como nunca lo había hecho anteriormente y de ese violín de segunda mano brotó una música casi celestial, que entusiasmó a su auditorio.
El violín de primera o de segunda mano no tiene música; la música, la inspiración, el arte y el fuego están en las manos y en el alma del artista.
Y la fe, ¿dónde está?
¿Está en la cabeza, en los templos, en los libros, en la Biblia, en el predicador?
Necesitamos la cabeza y los templos y los libros y la Biblia y los predicadores…pero la fe no está ahí.
La fe nace, crece y sale de dentro, del alma. La fe es un don, una gracia, y se la tenemos que pedir al único que la puede conceder, a nuestro Señor Jesucristo.
¿Cuando tú haces oración ¿qué le pides a Dios? ¿pides alguna vez que te aumente la fe?
Siempre que le pedimos a Dios que nos aumente la fe, Él no nos va a negar este don que quiere ofrecer a todos. Pero hay que pedirlo. Hay que estar abiertos a la obra de Dios.
La fe es como el sol. Ilumina nuestra vida con la Luz de Dios. Si tú tienes en tu casa las cortinas cerradas, las persianas bajas, el sol no podrá entrar y vivirás sin la luz del día.
Para que la luz de Dios nos ilumine y penetre tenemos que abrirnos a la obra de Dios. Quitar la cortina de humo que es el pecado y abrir la ventana de la oración. Pedir la fe es querer y dejar que Dios entre e ilumine nuestra alma.
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