(XXXIV° Dom. Ord. B 2024)

Libro del Profeta Daniel (Dan 7,13-14)

“Yo vi, en una visión nocturna, venir una especie de hombre entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el Anciano venerable y llegó hasta su presencia.

A él se le dio poder, honor y reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron.

Su poder es eterno, no cesará. Su reino no acabará”.

Salmo Responsorial (Salmo 92)

R/. El Señor reina, vestido de majestad.

El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.

Tus mandatos son fieles y seguros,
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.

Libro del Apocalipsis (Ap 1,5-8)

“Gracia y paz a ustedes de parte de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes de la tierra.

Aquel que nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino, y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Miren: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén.

Dice Dios: Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene. El Todopoderoso.”

Aleluya

Aleluya, aleluya

“Bendito el que viene en nombre del Señor; Bendito el reino que viene de nuestro padre David.

Aleluya.

Evangelio de San Juan (Jn 18,33-37)

“En aquel tiempo, preguntó Pilato a Jesús:

– ¿Eres tú el rey de los judíos?

Jesús le contestó:

– ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?

Pilato replicó:

– ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?

Jesús le contestó:

– Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.

Pilato le dijo:

– Conque, ¿tú eres rey?

Jesús le contestó:

– Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.”

Reflexión

En este último domingo del año litúrgico 2024 celebramos la Fiesta de Jesucristo, Rey del universo. Esta fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de marzo de 1925.

Sólo desde la fe podemos afirmar que Jesucristo es Señor del mundo y del hombre (varones y mujeres). Su realeza no se visibiliza en la Iglesia por sus poderes o su esplendor, sino por la justicia, el servicio y la caridad.

Jesucristo es el Rey, porque es el único mediador de la salvación de toda la creación. En Él todas las cosas llegan a su fin. Es el Rey de la creación porque es imagen del Dios invisible que crea por Amor. Pero como la creación se ha separado de su Dios por el pecado, la realeza de Jesucristo toma el aspecto de una reconciliación universal que nos consigue Él por su sangre y por su cruz. Cristo es el Rey del mundo porque ha amado tanto al mundo que le ha dado su vida para vivificarlo, y un cuerpo para alimentarlo.

Jesucristo es nuestro Rey porque Él es el único que nos Ama totalmente. Es probablemente el único que daría hoy su vida por nosotros. Es el único que justifica plenamente nuestra existencia y por el que vale la pena seguir viviendo.

El Señor cuando afirmó que era Rey delante de Pilato, tenía las manos atadas a su espalda. En su rostro se notaban las señales de una noche de agonía, las huellas de los golpes y los bofetones. Estaba coronado de espinas. Pero había en Él una dignidad sobrenatural que impresionó tan profundamente a Pilato que, a partir de aquel momento, ya no pensó en otra cosa más que en la manera de librarlo. Cristo triunfó a través del fracaso, del sufrimiento, de la ingratitud, de la muerte y de la resurrección.

Cristo es Rey por ser el testigo fiel hasta la cruz y porque acoge, ama y sirve. Su reinado es diferente al de los reyes y poderosos de este mundo.  Cristo es un Rey que sirve, mientras los otros «reyes» tiranizan. Cristo es rey no para mandar, sino para servir. Cristo en la cruz no muestra el poder de condenar, sino de comprender, ser absolutamente solidario y disculpar y perdonar a toda la humanidad. Por eso en la cruz los judíos se burlan de Él.

Cristo es sorpresa y escándalo. Es escándalo por su modo de vivir, de actuar, de hablar, de tomar posición frente a ideologías que destruyen la dignidad de las personas; frente al poder económico, político y religioso; frente a las riquezas y a la autoridad constituida por el hombre.

Ser rey para Cristo no es dominar, hacer propaganda, pasearse triunfante. ¡No! Jesús viene sin ruido, sin hacer bulla, sin hacerse propaganda. Su omnipotencia es el Amor. Ser rey para Cristo es sinónimo de servir, amar, respetar, promover y defender la vida y la fe; es obedecer al Padre, es ser fiel, es dar testimonio de la Verdad.

Tengamos siempre presente, Cristo rey no conquista con armas, sino con Amor y Servicio. Al aceptar el reinado de Cristo, el cristiano no busca riquezas, glorias, honores ni poder. Acepta incomprensión, pobreza, persecución, burla. El verdadero cristiano es el que sigue a Cristo por el camino de la cruz y termina en la gloria. Cristo reina desde la cruz.

Para nosotros, Cristo también puede ser un escándalo. Solo miremos nuestra vida personal frente a la pobreza, al amor a los enemigos, frente a los pecadores y marginados, frente a la desigualdad y al irrespeto a la dignidad humana, frente a los derechos de los hombres -varones, mujeres, niños, ancianos y enfermos-, frente a la justicia, al amor y a la paz; frente a las bienaventuranzas. Tenemos que permanentemente ratificar nuestra fe en Jesucristo, fe que debe ser práctica, que influye en la vida privada, familiar, social y profesional. Una fe firme y viva que no se quiebra ante las últimas consecuencias de la verdad, que no retrocede ante sus rigurosas exigencias. Una fe viva que diariamente se traduzca en el cumplimiento del compromiso cristiano con Dios, con la vida, con el hermano, con la familia y con el prójimo más necesitado.