Dulcísimo Jesús y Señor mío, redentor del género humano; mírame humildemente postrado ante Ti. Tuyo soy Señor y tuyo quiero ser ahora y siempre; y, para poder unirme más íntimamente contigo, me consagro espontáneamente a tu Sagrado Corazón. Te doy mi mente, mis sentidos, mi corazón, todo mi ser, para que hagas con ellos lo que Tú quieras. Que tu amor infinito penetre profundamente en mí, sane todas mis heridas y dolencias, sea mi consuelo en la tristeza y me dé nuevo vigor para amarte y servirte en mis hermanos más necesitados, y seguirte hasta tu santa morada en el cielo.
Concede, Señor, a tu Iglesia, segura y completa libertad; otorga la paz a nuestra patria y haz que en Colombia entera y que de uno al otro confín de la tierra resuene esta sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos vino la salud: a él sea la gloria y el honor por los siglos de los siglos.
Amén.