La celebración del año nuevo viene dándose desde los tiempos lejanos de Babilonia, hacia el año 3000 a. d. C. cuando era llamada Zakmuk y estaba asociada al culto de la divinidad solar de Marduk y Bel-Merodach. Estas fiestas, sin embargo, no se realizaban en los últimos días de diciembre sino en los últimos días del mes de nisan (marzo).
Las distintas culturas, a su vez, las celebraban en distintos días; así, por ejemplo, se sabe que los babilonios entraban en un año nuevo el día del equinoccio de primavera (19 de marzo), mientras que los egipcios, fenicios y persas comenzaban el año con el equinoccio otoñal (23 de septiembre), hasta que Julio Cesar lo mandó cambiar al 1° de enero, fecha que coincide con la celebración que se le da en el mundo católico, que convierte al 31 de diciembre a las 11:59:59 en la fecha de despedida del año.
En el siglo XX, el fin de año y el comienzo de año nuevo se ha convertido en una fiesta en la que de forma ritual se va matando al año viejo, en cuenta regresiva. También en los últimos años se impuso la moda de esperar el año en las grandes ciudades, en donde multitudes de solitarios se unen para el cambio de año. La tecnología, la internet y la televisión han hecho de este día-noche una fiesta en la que es posible ver en distintas horas el año nuevo en Hog Kong, en N.Y., en Londres; es más, gracias a la super-velocidad de los aviones es posible que una sola persona pase dos “año nuevo” en distintos lugares el mismo día. El 31 de diciembre es la culminación en el mundo católico de todo un año, es el momento para reunirse en familia y a solas para hacer los balances del año, para poner los sueños del año que viene a la espera de lo que podrá pasar en los siguientes 365 días, es el momento para abandonar rituales, para crear otros; el año nuevo es una excusa del hombre –varones y mujeres) mismo para ponerse limites, como un horario, para ser feliz.
Sin embargo, en la actualidad no todas las culturas celebran el año nuevo el 31 de diciembre. Así, por ejemplo, el calendario chino muestra la fiesta del cambio de año generalmente entre el 21 de enero y el 19 de febrero; nuestro año 2024 en la cultura china es el año 4721, el año del conejo de agua. Del mismo modo no todas las culturas van para el año 2024; el calendario hebreo, señala que estamos en el año 5783; y del mismo modo el calendario musulmán o islámico va por el año 1443.
Lo único cierto y lo que une a todas las culturas es que la celebración del año nuevo es una fiesta que marca el comienzo no de unos nuevos días por venir sino de una serie de sueños y proyectos que se esperan poder cumplir en el transcurso de este breve periodo de tiempo de 365 días.
Francisco Sastoque, o.p.